LAS PERSONAS NO SON TU BLANCO DE PUNTERÍA
DEVOCIONAL:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Efesios 6:12
Si se siente estancado con respecto a algún problema que está atravesando quizá es porque que ha estado lanzando dardos hacia un blanco equivocado, peleando la batalla donde no es. Creo que de algún modo todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas y esto sucede porque tenemos la idea errada del concepto sobre quién es nuestro verdadero enemigo, como ejemplo se puede decir que, lamentablemente, muchos adolescentes creen que los enemigos que tienen son sus propios padres o viceversa, también escuchamos a las personas responder que sus enemigos son aquellas personas que les hacen la vida imposible o les odian y entonces se encuentran en una batalla contra sangre y carne.

El enemigo provoca las disputas, las enemistades y el odio, incluso dentro de la iglesia. Usa esta estrategia para mantenernos ocupados peleando con el vecino, con la tía, con los padres o con los hijos, lo que quiere es hacernos perder la noción de nuestra área de batalla y de esa manera zafarse de que pelees contra él. Recordemos, pues, que nuestro campo de batalla es espiritual. Cuando doblas rodillas, con el rostro inclinado, las manos levantadas y un corazón lleno de fe, allá arriba, en las regiones celestes, se desata el majestuoso poder de Dios que pelea por ti contra esas huestes de maldad que han atacado tu vida y te libra de todas ellas. Es por eso que el diablo se opone fuertemente a que ores y confunde tu visión con respecto a tu área de batalla. Entonces, no vale la pena seguir haciendo muecas al vecino o soltar la geta con los padres porque no es contra ellos. Es verdad que es difícil ser apacible con quien te trata mal y se requiere de la gracia de Dios para orar por aquellos que te hirieron. La solución es Jesús, sigamos su ejemplo que, aunque le escarnecieron, le escupieron y le humillaron Él murió por nosotros y lo hizo por amor. Dios da gracia al humilde, querido amigo, ora y no dejes de orar.

Por: Mariela Cespedes Peñafiel